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El ejercicio físico es bueno para la salud y ayuda a mantener el corazón sano, pero realizar esfuerzos extremos que pongan el cuerpo al límite puede ser peligroso. La muerte súbita golpea,  de tanto en tanto, al mundo del deporte. Este hecho afecta tanto a deportistas profesionales como aficionados.

Al contrario de lo que la se piensa si existen pistas, la mayoría silenciosas,  de algunas de las patologías que posteriormente derivan en muertes súbitas. Algunas de estas enfermedades pueden detectarse a través de controles médicos, realizando, entre otras pruebas, una Resonancia Magnética, evitando así una muerte prematura.

Según la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología, la primera causa de muerte súbita en el deporte en menores de 35 años es un engrosamiento de las paredes del corazón que es conocida  como miocardiopatía hipertrófica. Generalmente, quien padece esta patología no tiene señales de alerta y el primer síntoma suele ser la muerte, aunque esto no quiere decir que no existan signos para diagnosticarla.

Para descubrir estas “pistas silenciosas” es importante que la persona que quiera iniciarse en algún deporte se realice un examen previo. El médico debe realizar las siguientes pruebas al paciente:

– Primero se debe realizar un electrocardiograma.

– Posteriormente, una Resonancia Magnética Nuclear cardíaca. Junto con el electrocardiograma, esta prueba de diagnóstico por imágenes sirve para detectar alteraciones en el corazón que pueden derivar en la muerte súbita como la miocardiopatía hipertrófica o la displasia arritmogénica del ventrículo derecho.

Los expertos afirman que con los exámenes adecuados las dos afecciones se podrían detectar prácticamente en el 90% de los casos y así actuar de forma precoz para prevenir la muerte súbita que afecta a una de cada mil personas. En el control hay que tener en cuenta también los antecedentes familiares y, en caso de que existan, realizar análisis de sangre y saliva para verificar si el paciente tiene predisposición genética a sufrir la muerte súbita. Si así fuere la mejor solución es que estos pacientes dejen de hacer deporte. También se puede recurrir a terapias farmacológicas e, incluso, a la colocación de un dispositivo antiarrítmico.

El deporte competitivo y de alto rendimiento aumenta las posibilidades de muerte súbita. Las disciplinas que conllevan más riesgo son las que implican cambios de velocidad, como pueden ser el fútbol, el baloncesto y el rugby. También actividades como CrossFit o los maratones, porque, aunque no impliquen  cambios de ritmo, por su intensidad también son disciplinas de alto riesgo.

La Sociedad Europea de Cardiología demostró una disminución significativa de los casos de muerte súbita a partir de la realización obligatoria de revisiones anuales que incluyen un electrocardiograma.